sábado, 30 de abril de 2011

Si tuviera la oportunidad, ¿qué le preguntaría al presidente o máxima autoridad de su país y por qué?


Si tuviera la oportunidad, no dudaría en preguntarle:
“Si usted fuese el propietario de una empresa y decidiese poner un director general al mando, ¿buscaría un perfil parecido al suyo para este cometido o preferiría alguien debidamente formado y que ha demostrado previamente su capacidad?”

Bien es cierto que la política y el mundo de los negocios no son iguales, tampoco lo son los países y las empresas pero creo que tienen muchas semejanzas. Cuando hablo de empresa no me refiero exclusivamente a una compañía, sino a todo proyecto que cuenta con unos recursos económicos y humanos, dentro de un panorama global y con el fin de acercarse a la excelencia, ya que no esta es un estado alcanzable, solamente existen situaciones más cercanas o lejanas a ella. 

En una empresa el director general se ve sometido al juicio del accionista o comité de administración. En este juicio influyen de forma determinante los criterios objetivos, dejando los subjetivos como complemento para el análisis global.

Creo que la política actual está mal enfocada, medimos a los políticos y sus campañas de una forma subjetiva e influenciable. El consejo de administración de este país es la masa de votantes, y esta no mide a sus políticos con criterios objetivos, influyen más la imagen, la oratoria y el despliegue de sus campañas. Tal es así que tras 4 años de aciertos o desatinos de un partido, en el periodo de campañas preelectorales, una fuerte inversión por parte de una candidatura puede dar la vuelta a la opinión pública que muestran los sondeos.
Al medir a los políticos de una forma tan superficial hace que se centren en darnos precisamente aquello por lo que van a ser valorados,  En este caso la oferta variaría si la demanda fuese diferente.

Mi pregunta es clara en ese aspecto,  en mi opinión nuestro presidente pondría al mejor para dirigir su empresa y a final de año le pediría resultados objetivos positivos. Si el periodo es de crisis unos resultados negativos pueden ser positivos en términos comparativos, pero no se dejaría convencer por una buena imagen del director general de su empresa o por una argumentación bien estructurada si su empresa está haciendo aguas según todos los indicadores objetivos. Puede que el problema sea en parte la falta de ética y compromiso con la causa de los políticos pero en el fondo el tipo de exigencia a la que se ven sometidos es al que hace que se preocupen más por la imagen que transmiten que por el éxito de los proyectos.

Un buen accionista debe saber elegir a los mejores para la gestión de su empresa y juzgar la labor de estos. El primero que tiene que ser profesional es el propietario, que es quién evalúa al máximo responsable. Si los votantes actuasen de una forma más objetiva y exigente, los líderes políticos se centrarían en resultados y solo los mejores serían los elegidos para la gestión de la mayor empresa del país, el estado.

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